Guía

Actividades Acuáticas | Disfruta del Agua como Nunca

Sumérgete en un mundo de diversión y bienestar con nuestras actividades acuáticas. Perfectas para todas las edades y niveles, ofrecen ejercicio completo, relajación y conexión con la naturaleza.

Historia de una Experiencia

Anticipación

¡Vaya lío mental me hacía antes de mi primera clase! Siempre me había llamado la atención eso de flotar como si nada, pero la verdad es que me daba un poco de yuyu eso de no tocar fondo. Me compré un bañador que no se me fuera a caer y unas gafas que prometían no empañarse (spoiler: todas se empañan). El olor a cloro al entrar en el vestuario me recordaba a las excursiones del cole, pero esta vez no había excusa para escaquearme. ¿Y si me ahogo? ¿Y si hago el ridículo? Menos mal que el monitor, un tío con pinta de haber nacido en el agua, me tranquilizó al verme más tieso que una tabla. Los primeros días fueron de aclimatación. Aprendí que tragar agua es parte del proceso (qué asquito el sabor a cloro) y que flotar de espaldas parece fácil hasta que lo intentas. Pero poco a poco, el miedo se fue transformando en emoción. Recuerdo la primera vez que conseguí cruzar la piscina sin tocar el fondo, ¡fue como ganar una medalla olímpica! Aunque al principio me costaba coordinar brazos y respiración, cada pequeña victoria me enganchaba más.

Inmersión

El día que me atreví a probar en el mar fue un antes y un después. La playa de La Malagueta estaba en su esplendor, con ese olor a sal y crema solar que te transporta a la infancia. El agua estaba fresquita, de ese azul intenso que solo tiene el Mediterráneo en verano. Al principio el oleaje me descolocaba, pero pronto encontré el ritmo. ¡Qué sensación más increible sentir cómo el agua te acaricia mientras te deslizas! Hasta el sabor salado que se me colaba entre los labios me gustaba. Lo mejor vino cuando empecé a notar cómo mi cuerpo respondía. Los músculos se me tensaban de forma diferente que en el gimnasio, más armonioso, más fluido. Incluso la respiración se me hizo más profunda. Me sorprendió descubrir que podía oír mi propia respiración bajo el agua, un sonido relajante que me ayudaba a concentrarme. Y cuando el sol se reflejaba en el agua creando esos destellos que bailan en el fondo... era como estar dentro de un caleidoscopio viviente.

Reflexión

Ahora, meses después, no reconozco a la persona que tenía miedo de mojarse la cara. El agua se ha convertido en mi terapia, mi gimnasio y mi meditación. He conocido a gente maravillosa en las clases de aquagym, desde abuelitas que me dan mil vueltas hasta niños que me enseñan trucos. Hasta he probado el paddle surf en la Costa del Sol, ¡y vaya espectáculo di dando la brasa con mis progresos en las redes! Lo más bonito ha sido ver cómo esto ha cambiado mi forma de ver los retos. Si me dicen que algo es difícil, pienso: 'Si aprendí a nadar de mayor, esto lo hago con los ojos cerrados'. Y es que el agua me ha enseñado que lo importante no es llegar el primero, sino disfrutar del chapuzón. Ahora hasta me río cuando me trago un poco de agua, que al fin y al cabo, como dice mi abuela, 'de lo que se come se cría'. ¡Y vaya si he crecido desde aquel primer día de miedo en el bordillo de la piscina!

Por Qué es Importante

El agua reduce el estrés en articulaciones hasta en un 90%, permitiendo entrenamientos intensos sin riesgo de lesiones. Ideal para recuperación de lesiones o sobrepeso.
El contacto con el agua activa la producción de endorfinas, reduciendo la ansiedad. El sonido del agua tiene un efecto relajante comprobado científicamente.
La resistencia natural del agua es hasta 12 veces mayor que la del aire, lo que permite trabajar todos los grupos musculares de forma equilibrada, incluyendo los más profundos.
Los ejercicios de apnea controlada y la presión del agua fortalecen los músculos respiratorios, aumentando la capacidad pulmonar hasta en un 10% con práctica regular.
Adaptable a todas las edades y condiciones físicas. Existen programas específicos para embarazadas, personas mayores o con movilidad reducida, como la hidroterapia.
Practicar en entornos naturales como playas o ríos fomenta el respeto por el medio ambiente y ofrece beneficios adicionales como la exposición moderada al sol para la síntesis de vitamina D.
Las clases grupales en el agua crean fuertes lazos sociales, mejorando el estado de ánimo y la motivación para mantener la constancia en la práctica.
Una sesión de natación intensa puede quemar entre 400-700 kcal/hora, dependiendo del peso y la intensidad, siendo uno de los ejercicios más completos para mantener el peso ideal.

Cómo Empezar

  1. Elige una actividad que te motive: desde relajantes sesiones de aquayoga hasta dinámicas clases de waterpolo
  2. Localiza tu piscina municipal o centro deportivo más cercano con instalaciones acuáticas
  3. Asiste a una clase de prueba para conocer las instalaciones y al monitor
  4. Invierte en material básico de calidad: un bañador que no se deforme y gafas que se ajusten bien
  5. Comienza con sesiones cortas de 20-30 minutos, 2-3 veces por semana
  6. Aprende las técnicas básicas de respiración y flotación con un profesional
  7. Únete a un grupo de iniciación para compartir la experiencia y mantener la motivación
  8. Establece metas realistas y celebra cada pequeño logro

Lo Que Necesitarás

  • Traje de baño cómodo y adecuado (evitar tallas muy holgadas)
  • Toalla y chanclas antideslizantes para la zona de piscina
  • Gorra de baño (obligatoria en piscinas cubiertas)
  • Gafas de natación (recomendadas para mayor comodidad)
  • Protector solar resistente al agua (mínimo FPS 30)
  • Botella de agua isotónica para mantenerte hidratado
  • Certificado médico de aptitud física (requerido en algunos centros)
  • Acompañante o aviso al socorrista si tienes alguna necesidad especial

Seguridad Primero

Importante: Todas las actividades acuáticas deben realizarse bajo supervisión de profesionales. Se recomienda saber nadar o usar chaleco salvavidas. Consulta con tu médico antes de comenzar si tienes condiciones médicas. No nades solo en aguas abiertas. Las instalaciones cuentan con acceso para sillas de ruedas y personal formado en inclusión.

Preguntas Frecuentes

¡Para nada! Existen múltiples opciones en zonas donde haces pie, como aquagym, hidrocrosfit o hidroterapia. Eso sí, siempre es recomendable aprender a nadar para mayor seguridad y para poder disfrutar de un abanico más amplio de actividades.
Para empezar, lo básico: bañador cómodo (mejor si es de una pieza o ajustado para evitar 'sorpresas'), chanclas antideslizantes, toalla, gorro de baño (obligatorio en la mayoría de piscinas), gafas (altamente recomendables) y una bolsa impermeable para la ropa mojada. ¡Y no te olvides de la ilusión!
Lo ideal son 2-3 sesiones semanales de 45 minutos para notar beneficios significativos. Los expertos recomiendan dejar al menos un día de descanso entre sesiones intensas para permitir la recuperación muscular.
¡Y tanto! Además de quemar calorías (entre 400-700 por hora en actividades intensas), el agua fría acelera el metabolismo. Eso sí, recuerda que el ejercicio en agua suele dar más hambre, así que cuidado con lo que picamos después.
En la mayoría de los casos, sí. De hecho, es uno de los ejercicios más recomendados por los fisioterapeutas para problemas lumbares. El agua reduce el impacto en un 90%. Eso sí, consulta antes con tu médico y coméntaselo al monitor para que adapte los ejercicios.
¡Nunca es tarde! Los bebés pueden empezar con matronatación desde los 6 meses, y en el otro extremo, hay clases para mayores de 80 años. Cada edad tiene su actividad ideal, desde juegos acuáticos para niños hasta hidroterapia para la tercera edad.
Depende de la temporada y tus preferencias. Las cubiertas permiten practicar todo el año con temperatura controlada, mientras que las exteriores ofrecen vitamina D extra (con protección solar) y la belleza de estar al aire libre. ¡Lo ideal es combinar ambas!
Es más común de lo que crees. Empieza por clases particulares o grupos reducidos con instructores especializados. Se comienza en zonas muy poco profundas, a tu ritmo. Verás cómo ese miedo se transforma en confianza más rápido de lo que imaginas.
Unas buenas chanclas antideslizantes son imprescindibles para las zonas húmedas. Si practicas en zonas rocosas o playas con piedras, considera un calzado acuático específico que proteja tus pies sin restar movilidad.
Depende. La natación en piscina municipal es muy económica, mientras que deportes como el paddle surf o el buceo requieren mayor inversión inicial. Muchos centros ofrecen packs de iniciación con material incluido para que pruebes antes de comprar equipo.
Con clases regulares (2-3 veces por semana), la mayoría de los adultos pueden defenderse en el agua en 2-3 meses. La técnica depurada lleva más tiempo, pero lo importante es perder el miedo y adquirir seguridad. ¡Cada persona tiene su ritmo!
Es normal, especialmente al principio. Usa tapones si eres propenso a las otitis, y seca bien los oídos después con la punta de la toalla o un secador a temperatura baja. Si notas molestias persistentes, consulta con un otorrino.

¡Déjate llevar por la corriente de la diversión acuática!